Saltar al contenido principal

OCHO.

OCHO.

 

DIO entra a una habitación blanca. Hay una mesa gris de metal en medio de la habitación con dos sillas que se miran de frente del mismo material. DIA está sentado en una de ellas. Su corporalidad es desganada, sin energía, con hartazgo.  

 

DIO: Lo lograste, estoy sentada frente a ti para escuchar lo que tienes que decir. De nuevo. Aquí, pongo mi límite.

DIA: Los límites no existen. Ni el tiempo, ni todas esas mierdas.

DIO: Uso la palabra para que me entiendas.

DIA: Te entiendo. No soy pendejo. Deja de sentirte superior a mí.

DIO: Es la última vez que me siento a escucharte. Te amo, pero estoy dispuesta a amarte de lejos.

DIA: Si así fuera, no estarías aquí. Quieres convencerme que regrese a tu lado.

DIO: Sí, no tengo miedo a decir que tienes razón. Estoy aquí porque creo que vales la pena, a pesar de tu rudeza.

DIA: ¿A pesar? Ese es tu máximo problema. Crees que debo ser lo que quieres para ser digno de amarte. ¿Por qué no me amas como soy? Porque eres una narcisista asquerosa y quieres que yo sea tu ideal del amor. Tú no quieres amar, quieres que te amen.

DIO: Eso me cuestioné ayer. Pienso mucho en nosotros. Trato verte dentro de mí.

DIA: Siempre la quieres dentro.

Silencio. Los dos se observan un largo tiempo.

DIA: Disculpa, continua.

DIO: Pensé en lo narcisista que era al tratar de cambiarte, tienes razón. Eres ese ser rebelde que no cree en las promesas a futuro, que no quiere estar a mi altura; quiere estar arriba…

DIA: Siempre quieres que esté arriba.

DIO hace una mueca, una pequeña sonrisa.

DIA: Disculpa, continua.

DIO: Siempre me haces reír, por eso te amo. Querido; tienes razón. Al querer que me amaras como yo te amo, me perdí en la concepción en la que soy dueña del exterior. Eso es narcisista. Infantil. Creer que soy creadora de todo, aunque, de cierta manera lo sea. Lo opuesto de narcisismo, es objetividad. Que es igual a la razón. La emoción en la razón es humildad, que nos lleva a la fe.

DIA: ¡Ya empezaste con tus mamadas de la fe!

DIO: No hablo de la fe irracional hacía una persona o algo inexistente, hablo de la racional. Lo único que tienes seguro eres tú mismo. La fe que existes, es el núcleo de la vida misma.

DIA: Guárdate el sermón; no quiero ni puedo darte lo que deseas. Dime mentiroso, traidor, llora, grita, envuélveme con tus palabras. No importa. La fe en mi mismo, mi razón, la objetividad, me dice que me vaya, que huya. Me hago daño al quedarme y hacerte daño. No voy a cambiar por ti.

DIO: Amor mío, ¿quién te pidió cambiar? Yo te amo como eres. Tengo fe en ti, pues tengo fe en mí. Creo, en el núcleo de mi ser, que el amor es activo, alerta, en constante movimiento. Como una madre que cuida a su hijo pequeño. Lo ve crecer, lo cuida, lo alimenta. No vive en constante paranoia, vive alerta. Alerta por el ser amado. No vale estar medio despierto en el día y medio dormido en la noche. Cuando estás despierto, debes estar alerta por y para la gente que te ama. La gente que amas.

DIA: Me vale verga. Ve al grano que tengo sueño. Más ahora que hablaste de dormir. No me digas amor, porque no te amo de regreso, así que no pienso decirlo.

DIO: El amor debe ser recíproco. Estás rayando al odio, que es la misma sensación en el estomago que el amor. Todo es lo mismo, depende como lo canalizas.

DIA: ¿Por qué hablas así? Habla normal.

DIO: Así hablo. Por eso me amas y me odias. Soy espejo. No soy superior a ti, ni menos, soy lo mismo. Por eso te hablo de la fe. Sí tengo fe en mí, la tengo en ti. La tengo en todos.

DIA: ¿Hasta de la gente mala?

DIO: Esa también, pues, ¿quién está libre de la maldad? ¿Quieres representar la maldad? ¿Ser mi opuesto cuando te hablo de amor? Adelante. Mi razón me dice que es mejor irme de tu lado. Dejarte crecer sin mí. La fe en mí me dice que hay algo dentro de ti, ese núcleo de tu existencia, esa cosa que te hace estar vivo, que puedo tocar. Conectarme contigo. Así que aquí estoy, esperando que decidas tomar ese riesgo conmigo. No, no te pido cambiar. Te pido que te arriesgues a amar. Ten fe en ti, como cualquier científico que cree una hipótesis de la que no está seguro que sea correcta, pero tiene fe de acuerdo a lo que observa, lo que sabe y no sabe, lo que piensa y siente, que hay algo más allá. Esa es la fe del amor. El no saber, pero sentir.

DIA: ¿Y si simplemente no sé amar? ¿Por qué me obligas?

DIO: No. Esto es una negociación, pues, ¿qué crees? Casi nadie sabe amar. Pues pocos tienen fe en sí mismos. Pocos saben lo que es la confianza en ellos. Incluyéndome. Sólo sé que quiero amar y ser amada.

DIA: Por los siglos de los siglos. Amén.

DIO: Exacto. Infinito. Somos una vez en la vida. Momentos eternos que duran un segundo.

DIA: La poeta.

DIO: Las palabras son aprendizaje que compartimos con el otro. Te hablo de mí y escucho tu camino para aprender, movernos de lugar, ser receptivos al cambio amoroso para ser felices. Yo te amo.

DIA: Yo no.

DIO: Me duele escuchar eso. Pero lo respeto. Mi razón me dice que no puedo llegar a cambiar lo que sientes o lo que ofreces. Te amo de igual manera. Te amo tanto, que no tienes idea. Despierto y agradezco saber que existo. Y después, agradezco que existes y nos topamos en esta eternidad efímera. Te agradezco porque me haces cuestionarme quién soy y cómo amo. Mis carencias y virtudes. Gracias, amor mío. Mi infinito.

DIA: Tengo una pregunta. Si es cierto lo que dices, ¿por qué no siento esa conexión?

DIO: Porque no la sientes contigo mismo. Amar no sirve de nada si no te amas a ti y por consiguiente, amas a todos. La única manera de amar a todos, es amándote a ti mismo. Diferente y lo mismo. Sostener tu fe ante la humildad de no saber nada, más que tu existencia. Humildad ante lo incierto del amor. Enamorarse es tomar el riesgo que te rompan el corazón al no obtener lo que quieres. Tienes miedo de amarte y amar al otro pues todos somos lo mismo ante procesos dolorosos. La quietud de amar.

DIA: Ocho es nuestro número.

DIO: Así es. En eso estamos de acuerdo.

DIA: ¿Podemos ser amigos?

DIO: No tengo amigos que no tengan fe en sí mismos. La fe nos da la capacidad de prometer y cumplir nuestra palabra. Eso es confianza en uno mismo y en el otro. No puedo tener amigos en los que no puedo confiar.

DIA: ¿La capacidad de amar está limitada a tus condiciones?

DIO: Sí me quedo a tu lado, sabiendo que no puedo confiar en ti, puesto que no crees en ti mismo, me dice la objetividad, que no sabes ni estás dispuesto a amarme, no importa el título.

DIA: Pues ahí está tu respuesta. No puedo ni quiero amarte. Te admiro, te reconozco, te quiero, pero no te amo. Amo como me amas, eso sí.

DIO: Reciprocidad, amor activo de ambos es lo único que nos permitiría avanzar. Tengo fe, que un día, en algún momento de oscuridad, te amarás y podrás ver la luz. Mientras yo exista, te estaré esperando, pues ocho, es nuestro número. Infinito.

DIO se para de la silla. Camina hacía DIA. Coloca su mano en el pecho de DIA. Lo mira a los ojos. Respira al unísono de los latidos del corazón de DIA.

DIO: Ahí está el núcleo. Puedo sentirte. Estás vivo. ¿Te he dicho alguna vez que te amo, mi diablo?

DIO sale de la habitación.

DIA derrama una lágrima. Abre la boca, pero no sale sonido de su boca.

Y así comienza la guerra más larga de la historia de la humanidad. Con estos dos seres que no supieron amarse, pero que están ligados por la eternidad.

 

TWITTER: @marcelecuona

INSTAGRAM: marce_lecuona


Comentario

  1. Wow.. te luciste. Me hiciste pensar y sentir muchas cosas. Gracias por eso. Honor y respeto para ti siempre, Marce. Bonito camino.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *