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LA NOVIA FUGITIVA

“En un año nos casamos y tenemos un hijo”, esas fueron de las últimas palabras que me dijo mi ex novio un par de semanas antes de terminar.

No sé si era mentira o no, el punto es que a mi me dejaron con los pelos (del brazo) erizados. ¿Madre? ¿Yo, a mis inocentes y dulces treinta y dos años, ser esposa y madre? No lo creo.

No es el primero que me ve cara de útero, al parecer los hombres ahora son los urgidos y entiendo que haya mujeres que su mayor placer sea que su cuerpo cambie por completo, su vida sean pañales y hacerse responsables de un ser humano para siempre, lo que no entiendo es por qué un hombre pensaría que yo soy buena candidata: fumo como si tuviera un hijo en reclusorio, tomo más que José José en sus buenas épocas, soy fiestera, trabajo por las noches los fines de semana (eso se leyó fatal, pero así es), no hago ejercicio, tiendo a engordar, ronco como camionero, eructo fuerte cuando lo siento, tengo más celulitis y estrías de las que puedo contar, soy malhablada, egoísta y celosa (si tengo una hija y me roba la atención, la regalo), no sé de donde me ven el buen partido.

Y calma, no quiero que se entienda como que pienso lo peor de mí, lo anterior no lo puse como defectos, si no como atributos. Conmigo la vas a pasar increíble, solo no creo que llevar a mis hijos cruda sea lo más sensato. El simple hecho de pensar que pasaría un año y nueve meses sin tomar y fumar (los nueve meses preñada y el año amamantando), me da roña. Sé que parece que exagero, pero tengo el síndrome de Peter Pan; ¿crecer? No gracias.

Y lo más importante de todo; ahora que estoy soltera, y que puedo vivir la vida de Carrie Bradshaw como en “Sex and the city”, en lo único que se parece es en “The poor and the city”. Nadie te dice que crecer es una porquería; pagar renta, comidas, salidas, ropa, no tiene nada de divertido. Vivo en la condesa, sí, sí, pero en un cuarto pequeño, con grietas y olor a humedad. Comparto departamento con tres personas (muy amables por cierto), pero que apenas y les hablo, mi baño tiene una fuga de agua que no sé arreglar. Mi clóset es donde está el boiler y mi mayor mal viaje es que en cualquier momento salga en el “Alarma” porque el fuego me consumió toda al prender un cigarro.

Ya me imagino el titular: “Mujer en sus treinta murió quemada por la sociedad y su boiler”.

La única manera en la que yo pudiera casarme y tener hijos es que yo tuviera la certeza que, si mi marido me deja, yo tendría con que mantener a mis hijos.

Hombres, no me lo tomen a mal, pero hay mucho padre irresponsable en nuestra machista sociedad. Y si apenas y me puedo mantener yo, ¿no es un poco tonto que de luz a una vida, que de por sí va a nacer con una genética espantosa, para que pasemos hambre los dos? Sé que dicen que las madres prefieren dejar de comer por sus hijos, pero créanme que este no sería el caso.

Hace años dejé al que creí que era el amor de mi vida porque la relación se estaba enseriando, (hasta rumor me llegó que había comprado anillo). Recuerdo que una vez en el antro, yo estaba bailando con una amiga y el ex novio en cuestión me tomó del brazo, me sacó del antro, me llevó a su casa para decirme: “No quiero que la futura madre de mis hijos baile de esa manera”.

Digo, bailo feo, pero no era para tanto. Y pensé: ¿Quiero a un hombre que me diga hasta como bailar? No, gracias.

Nunca vi a Richard Gere tomando del brazo a Julia Roberts en “Pretty woman” diciéndole: “No quiero que una prostituta sea la madre de mis hijos.” ¡No! La aceptó con todo y su putería.

En nuestros tiempos que los valores y principios son un poco confusos, hay un valor que el amor propio me ha enseñado a través de los años y es uno muy sencillo: sé tu mismo. Nadie me paga la renta, ¿qué importa lo que piense mi vecino si la que se da de comer soy yo?

No tengo que ser la mujer perfecta; tengo que ser la mujer que quiero ser. Y hoy por hoy, soy la novia fugitiva, esa que aun no atrapan, o que le da miedo que la atrapen, porque el hombre que me quiera con todo lo que soy, seguro está demente.

Y a ese demente no lo dejo ir por nada ni nadie.

TWITTER: @marcelecuona

INSTAGRAM: marce_lecuona

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