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EL RUMOR

Me contaron un rumor.

Me dijeron, que en su época de soltero, Mr. Darcy había sido un mujeriego de lo peor.

No lo dudo, vino de una fuente muy buena. Me lo contó Lucía.

Ella, a su vez, se entero porque se lo conto su prima Magda. Magda supo porque se lo contó Patricia, su vecina que tiene una compañera de cuarto llamada María, que es la que corrobora y confirma que así es, Mr. Darcy es un mujeriego. ¿Cómo lo sabe?

Se acostó con el hace unos años.

Dice, que como todo hombre patán y mujeriego nunca le volvió a marcar.

Al día siguiente vi a Mr. Darcy. Por más que miraba su carita no lo podía creer, ¿mujeriego el??

Veinte mil preguntas pasaron por mi cabeza:

¿Se habrá acostado con más de cien?

¿Todas habrán entrado a su departamento?

¿Con todas se habrá puesto condón?

¿Eso que siento será comezón?

Un simple rumor desato un mar de cuestionamientos, hasta veía distinto al susodicho.

De pronto mi príncipe azul empezaba a tener manchas y cicatrices por todo el cuerpo.

Quería preguntarle si era verdad. Y si lo era, ¿lo dejaría de amar y de admirar?

El tiempo que hemos estado juntos se ha portado como todo un caballero, si el rumor era cierto, nada tenía que ver conmigo, eso era parte de su pasado.

Pero no nos engañemos, a las mujeres nos encanta el che conflicto.

Y esa incertidumbre la tuve toda una semana. De nada ayudaba tener a Lucía diciéndome cada vez que me veía…

“Cuando el río suena…”

Cada vez que me lo decía, imaginaba a Mr. Darcy poniéndome el cuerno. Como ya lo he escrito, un mujeriego nunca cambia, solo toma vacaciones, para que pase solo será  cuestión de tiempo.

En la mañana del Domingo mientras me hacia mi café, Lucía volteo y me dijo de nuevo:

“Cuando el río suena…”

Enojada la interrumpí

“Cuando el río suena… ¿Qué Lucía?? ¿Qué?”

“Yo nomas digo que cuando el río suena… su rama nunca endereza.” dijo muy calmada

No tenia sentido, Lucía no podía decir bien ni el maldito dicho.

Solo había dos cosas que podía hacer.

1.      Confiar en Mr. Darcy y dejar el tema.

2.      Buscar a la que origino el rumor.

Opte por la opción dos.

Tuve que rogarle a Lucía que me diera el teléfono de su prima Magda. Me hizo jurar que no diría que ella me lo dio y tendré, por un mes entero, lavarle su ropa interior.

Le llame a Magda y me dio la dirección de su vecina Patricia, la que vivía con la seguro resbalosa María.

Llegue al departamento. Iba sumamente arreglada, una ex amante de tu novio siempre debe verte en tus mejores galas.

Me abrió María en persona.

          Hola, no me conoces… me llamo Marcela… – dije con sonrisa nerviosa.

          Si, ya se quien eres, pasa.- me diO un abrazo y me empujo tiernamente a la sala.

Era muy guapa. Maldita sea, debí ponerme mi vestido naranja.

          ¿Cómo sabes quien soy?- le pregunte intrigada.

          Me llamo tu compañera de cuarto, la prima de Magda para decirme que vendrías. Creo que se llama Lucía.

Esa chismosa.

Platicamos horas. Hasta que llego la pregunta definitiva.

¿Era cierto el rumor?

          Marcela, no tienes nada de que preocuparte. Él te ama. Lo que paso antes o lo que pase después de ti no tiene relevancia.-

Y así me fui a mi casa. La desgraciada no quiso decir nada.

Le tuve que preguntar a él.

          Fui a ver a tu amiguita María, porque me llego el rumor que te acostaste con ella y que eras un mujeriego. ¿es cierto?-

          Si, ya sé que fuiste a verla. Me dijo.-

          ¿Qué?, te sigues hablando con ella?-

          Claro que si Marce, soy su primo.-

Cuando se trata del amor lo mejor es tener fe. Si todo mundo te dice que no te conviene porque es delincuente si déjalo sin pensarlo. Lo demás, son rumores.

Me voy que tengo que lavar ropa interior.

No sin antes citar al querido Sabines:

“Yo no lo sé de cierto, pero supongo…”

 

 


Comentarios

  1. Mas allá de los rumores, quien sea un encanto contigo es posible que no lo sea con todas. Acaso nosotras no hacemos lo mismo? Ahí andamos de arrastradas con uno y haciendo sufrir a otro… Como dice la princesa del cuento, el príncipe de una es el sapo para otra… Gracias por escribir estas cosas…

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