Estoy loca.
Y dirán, dinos algo nuevo, culera. Pues ahí va: empecé a ir a terapia. Siempre pensé que la gente que va a terapia es dependiente de su terapeuta. Pagarle a alguien para que te ayude con tus problemas, se me hacía patético y triste ¿No eres un adulto? ¿Sabes que está bien y que está mal? Pues hazlo y ya.
Eso pensaba. Hasta que me sentí abrumada. Todo iba bien al parecer; tengo un novio fabuloso, un trabajo que me encanta, no me da mucho dinero, pero me encanta, un buen hogar, amigas, familia disfuncional, pero familia que me ama, ¡Lo tengo todo al parecer! Y aun así no me siento feliz, algo me falta… ¿Qué es? No me juzguen soy ser humano, obviamente debo tener algún problema o no estaría viva.
Una amiga de un amigo me dijo que daba terapia alternativa y pensé: ¡Ora esa mamada! Pero a situaciones extremas, soluciones extremas. Me atreví a ir. Algo en particular me estaba abrumando: Hice un piloto, (primer programa de una serie) para Comedy Central; me habían hecho creer que yo era la elegida después de tanto pensarlo, que era fenomenal para el proyecto, casi casi que sin mí, no se hubiera podido hacer. Me la tragué completita. Solo tenía que contar una historia en estado de ebriedad. Mis dos cosas favoritas; historia y el alcohol. Lo hice, me puse borracha y conté una historia de Porfirio Díaz. Al día siguiente de la grabación me sentía en las nubes, por fin tenía el reconocimiento que tanto había buscado, había encontrado un lugar con gente con la que me sentía cómoda. Pero a los dos días vi por una red social que hacían el piloto de nuevo. Mi piloto no les había servido y lo tuvieron que repetir. Nunca recibí una llamada del por qué no funcionó, jamás un mensaje del por qué lo hice mal.
Y un día, “una amiga” que es novia de uno de los de producción, me dijo frente a mucha gente que lo hice muy mal, pues la idea era contar una historia, no solo ponerme borracha y balbucear. Pongo amiga entre comillas porque una amiga te da consejos a la cara y a solas, no frente a la gente para humillarte. Me sentí muy agredida, ella ni siquiera había estado en la grabación, pero era evidente que su poco profesional novio, le había contado todo.
Traicionada. Esa era la palabra. Me lo tomé sumamente personal. Al final el programa salió al aire con otra persona y todos los involucrados lo subieron a sus redes. Llorar no me salía, gritar tampoco. Todos tenemos problemas laborales, pero este medio es muy cruel, créanme.
Le conté esto a la terapeuta y me dijo: Acuéstate. Vamos a ver qué está pasando. Y pensé: ¡Ora esta mamada!
Me puso música para meditar, y de repente vi completamente blanco, y ahí, apareció un hombre que es director de cine, que me ayudó mucho con Mimosas, que iba a hacer el piloto de Mimosas, pero yo, con la mano en la cintura, de un día a otro, le dije que ya no lo haría con él. Nunca le di una explicación. Simplemente le dije adiós. No era personal, simplemente había encontrado una mejor opción, no en cuanto a talento, sino lo mejor para el proyecto.
Y lo entendí: Yo le había hecho a él, lo que me habían hecho a mí.
La única diferencia es que él me seguía apoyando; fue a verme al stand up, escribía cosas lindas de mi carrera sin nada a cambio, no me exigía ni una explicación. Desperté de la meditación con un sobresalto, ¿Cómo enfrentar a alguien que has lastimado?
La terapeuta me pidió que hiciera dos cartas, una para mi “amiga” y otra para su novio el de producción y que después quemara la carta. Para mi amigo, me pidió que hablara con él y que lo hiciera en un mail o carta. Este es mi mail o carta, públicamente le pido perdón al maravilloso director Miguel Arenas, por haberlo lastimado, por haberme ido con alguien más aunque él me ayudó en mis inicios. Perdóname Migue, no fue personal, fue laboral, aun así, discúlpame si te herí.
Desde entonces ya no pienso si no quedé en el programa, ya no pienso en esa “pareja” que me lastimó, ya no pienso nada al respecto. Pienso que es un programa excelente, que merece todo el éxito porque las demás personas involucradas son los mejores en el negocio, pienso que la comedia en México está evolucionando y que le dan trabajo a muchas personas. Sin Comedy Central, muchos estaríamos en alguna oficina sin poder hacer lo que más amamos; hacer reír. Solo que yo no era la mejor opción para ese programa específico y punto. No quiere decir que yo sea mala o que ellos lo sean. Ese programa es Drunk History, y créanme, tienen que verlo.
Después de la terapia, llegué a mi casa y fui al baño, sí, hice del dos, cosa que pueden pasar días y no puedo. Tiré, literal, la mierda que había en mi corazón.
Así que puede que la terapia alternativa no sea tan mala, seguro mi terapeuta oye mis problemas y piensa: ¡Ora esa mamada!
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