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LA MONEDITA DE ORO.

Empecé a ir con la psicóloga porque todo me lo tomo muy personal; soy la persona más aprensiva que pueda haber. Si te peleaste conmigo y veo que pones un status, pienso que seguro es para mí. Cuando le dije a la psicóloga que tengo un problema en cómo me ve la gente, me observó en silencio con una pequeña sonrisa y en mi mente pasaban las siguientes preguntas: ¿Qué estará pensando? ¿Me estará juzgando? ¿Habré hecho mal en venir? Ahí me di cuenta que definitivamente tengo un problema. Es algo curioso, este año he alejado a gente de mi vida, gente muy cercana, que hicieron cosas que me lastimaron. Nunca había tenido el valor de mandar a la chingada a gente por lastimarme. La verdad, soy muy sumisa en cuanto a mis relaciones en general. Casi tenía el lema con mis amigas de: Pégame, pero no me dejes.

Pero por otro lado, no me gusta caerle mal a la gente, me esmero y esfuerzo para que vean que soy buena persona, que deben tenerme de amiga. Sí me importa lo que la gente opine de mí. Me explicaré mejor: Que hablen mal de mi trabajo o de mi persona, me lastima. He defendido tanto mi manera de pensar como mujer, como mexicana en un país rodeado de machismo, que se me olvidó defender todo lo demás que me compone. No soy solamente mal hablada, extrovertida, borracha, sin pelos en la lengua. Soy mucho más.

Parece estúpido, pero de verdad me duele cuando la gente dice cosas malas de mí; me considero buena amiga, buen ser humano, tengo defectos como cualquiera, pero siempre ofrezco mi casa, mi familia, mi cariño. Yo doy, ya es cosa tuya si lo mantienes. Y antes no era necesario que lo mantuvieras, con el simple hecho de contestarme un WhatsApp o ir por un café, yo creía que eso ya era amistad. Que realmente me querías.

Pero ¿Cómo una actriz va a ser aprensiva? Hice un piloto para Comedy Central hace un par de meses y después me enteré que no les gustó, buscaron a otra chava y lo hicieron de nuevo. Me puse a llorar como niña. Morí de la vergüenza por no haber hecho un buen trabajo. Tenía pena con los de producción por haberlos hecho gastar a lo tonto, por haber puesto sus esperanzas en mí.

Cada vez que hago stand up, llegan esas ganas de agradar de nuevo. La primera vez que me subí al escenario, al mes ya grababa mi rutina para Comedy Central. Hubo varios stand uperos, que llevan años dedicándose a esto, que no les pareció o no les gustó lo que hice, así que empezaron los comentarios: Seguro se acostó con alguien, quedó porque es mujer, por ser bonita, es más, la compañera que me había ayudado, empezó a decir que ella me había hecho todo el material, que sin ella yo no hubiera podido estar. Compañera que antes había sido mi amiga.

Ahora que escribo y quiero ser buena stand upera (Llevo cinco meses), es más difícil que remar en cajeta. Difícil, con miedo por la expectativa que pueda tener la gente de mí, por demostrar que no soy ni fui un “One hit wonder”, por caerles bien, para enseñarles que no soy ingrata, que valoro todos los consejos que cada comediante me ha brindado. Hay algunos que me reciben con los brazos abiertos y hay otros que siguen cerrándome la puerta sin conocerme.

Hasta físicamente trato de agradar; con alaciados, con maquillaje, extensiones, tintes, gastando en nutrióloga, con dientes falsos, en operaciones (orejas y cachetes), con tacones, rellenos… es tan cansado tratar de ser perfecta.

¿Qué me importa lo que digan los demás? Ya me he enfrentado a eso: Es muy vulgar, es una zorra, está gorda, es fea, es tonta, su blog es una gatada… e infinidad de adjetivos que he tenido que manejar, a esta altura ¿Qué me importan unas cuantas opiniones más?

Sí me importan. Ahora que por fin grabaremos nuestra serie de Mimosas que escribí junto a una mujer muy talentosa, después de tres años, un sueño se hace realidad. No sé si lo venderemos, si guste la historia, mi actuación, las Mimosas que actuaran, y en eso, mis miedos vuelven a surgir. Pienso: Ojalá funcione, ojalá guste, ojalá se venda, ojalá nos vaya bien, ojalá…

Mi vida está llena de ojalas. Pero ¿Por qué no cambio el método? Personas (muchas o pocas, pero muy, muy talentosas) creen en mí, en este proyecto, en mi como escritora, en mi como actriz o comediante. ¿Por qué no me quiero? ¿Por qué no me esmero conmigo mismo para caerme bien?

Más vale cuatro personas que me quieran y me ayuden, que me sostengan si me caigo, pero que me ayuden si me alzo. ¿Tengo ego lastimado o  realmente quiero caerle bien a todo el mundo? No soy monedita de oro, no a todos les puede gustar lo que hago o mi forma de ser, pero que complicado es ignorar las cosas negativas que la gente piensa de ti.

Hay una frase que me gusta mucho: “No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.” ¿Qué es mejor, caerles bien a todos o hacer lo tuyo sin importar si está bien o mal? Evidentemente la segunda… ¡Ah, pero que difícil es ser tan inteligente!

Mi psicóloga no ha dado el por qué soy tan aprensiva, el por qué tengo esta necesidad de encajar; quizá es porque de niña me bulleaban mucho por mi físico, o porque mis papás se separaron (los papás siempre tienen la culpa) o solo es quizá la forma superficial de pedir a gritos que me quieran, que lo necesito, que soy frágil.

Que no soy monedita de oro, pero que si me das un poco de cariño, el cariño que yo también estoy dispuesta a dar, a lo mejor con eso, junto a ti, tenga oportunidad de brillar.

TWITTER: @marcelecuona

INSTAGRAM: marce_lecuona

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