“Tengo muy baja autoestima…”
Así empieza mi primera rutina de stand up, nada que sea mentira. Hace un mes lloraba y entraba en una especie de crisis en el aspecto laboral, todo estaba atascado; el blog, el piloto de un talk show, el piloto de la serie de Mimosas, no había teatro a la vista, ni novela, nada. Estaba desesperada, a dos minutos de “hacerle el amor” a mi novio para embarazarme sin que él se diera cuenta: “Ingue su, embarazo sin planear y ¡Pum! mantenida de por vida sin tener que preocuparme de trabajar.”
Ese plan estaba medio cabrón porque mi novio es guapo, pero no es pendejo. Se daría cuenta que lo hice a sus espaldas y me dejaría toda preñadota, sin trabajo y con un chamaco. No, no, otra cosa tenía que hacer. Pensé en meterme de recepcionista de medio tiempo, meterme a edecanear, prostituirme, pero pues mi novio también la haría de pedo de eso (maldito pedero). Las opciones se me acababan, y un día, mientras veíamos a varios compañeros míos haciendo stand up, mi novio me dijo: “Si tu escribes comedia y eres actriz ¿Por qué no haces stand up?” (Les dije que no es pendejo).
Lo pensé un segundo y dije “Nahh… los stand uperos me van a odiar y la gente no se van a identificar conmigo.” Es curioso, nuestra baja autoestima nos hace ser prejuiciosos con los demás, ¿Qué culpa tenían los stand uperos o la gente de mi miedo? Pero no pueden culparme, una actriz y sobre todo mujer, sobrevive al rechazo todos los días; el lema de todos los productores es: “No tengo nada”, sin hacerte un casting. Pero la televisión mexicana está repleta de “actores”: ex futbolistas, modelos, las misses de algún estado, edecanes, lo que quieras, si tienes palancas, de repente eres actor.
Yo no quería que pensaran eso los comediantes, yo soy actriz y estudio para ser escritora, mi gran pasión, no tengo ínfulas de ser la próxima Chris Rock. Me fui a Colombia de vacaciones (ya pagadas seis meses antes y que me hicieron endeudarme seis meses después) y había tomado cinco clases con uno de los mejores stand uperos en México, Gus Proal, y aunque él me enseñó todo lo que se debe saber, yo aún no me imaginaba arriba de un escenario, sola, sin nadie que me socorriera si se me olvidaba algo. Me dijo que Comedy Central estaba en castings, le dije: “Chido”, pues una cosa es tener baja autoestima y otra estar loca de remate, y me contestó: ¿Por qué no lo intentas?
Evidentemente lo di el avión, y cuando regresé de Colombia, ese mismo día, era el último día para hacer casting. Dije: “¡Fiuuu! Bueno, no fue cosa mía, fue el destino”, pero el destino me tenía una sorpresa, un día después me dice Gus que el audio de varios castings se jodió, y que Comedy Central le daba un día más para mandar material. Yo todavía no tenía mi rutina bien armada, pero me acerqué a varios stand uperos y me ayudaron. No lo podía creer, ¿estos eran los comediantes a los que les tenía tanto miedo? Los comediantes son las personas más inseguras, pues se juegan todo arriba; está el que juega con el hecho de ser gordo, otro con ser gay, otra de ser fea, todos usan sus defectos, y seguro son cosas que los molestaban de niños, estoy segura que por muchos años lloraron con esos traumas, y ahora, hacen reír.
Por ello, el ego del comediante es tremendo, porque no cualquiera puede escribir sus traumas o criticar al género humano para hacer reír, crear empatía, para ser cómplices de las mismas tragedias que nos acechan a todos.
Ya me estoy poniendo muy de hueva. El punto es que, me subí al escenario; con mi rutina de días atrás, con un miedo tremendo, con mucho alcohol en mis venas y con un autoestima fatal. Pero no tenía nada que perder, otro rechazo ya no me traumaba, era mi pan de todos los días. Unos días después me llamaron para decirme que estaba en el call back (termino para los actores para una segunda audición por si tu primera había sido pura suerte). Otra vez, varios stand uperos fueron a mi rescate; El cojo feliz fue uno de ellos y me invitó a abrir su show, dos veces pues hubo lleno total. Estaba en shock, no solo él lleva cuatro años haciendo esto, fue dadivoso conmigo, me escuchó, me regaló chistes, fue generoso más allá de las palabras. Y así como él, varios me invitaban, me escribían mensajes dándome buena vibra. Nunca me había sentido más querida y abrazada que en esa etapa.
El momento de mi call back fue el día que mejor me he sentido, y al final, dos stand uperos que admiro mucho se me acercaron a felicitarme. Yo estaba en las nubes. Dos mesas de amigos y familiares apoyándome, riendo de mis tonterías. Y ahí capté: No importaba si me quedaba o no en Comedy Central, tengo tanta gente que me ama que nunca me van a dejar caer; así me quede pobre, así salga en un canal, así haga lo que haga, estarán aplaudiéndome, porque puede que yo no crea en mí, pero mucha gente sí.
Dos días pasaron y me llamaron del canal para decirme que me había quedado, el director, la más bella de las personas, me dijo que ojalá nunca se me subiera, que trabajara mucho, que estaba muy contento de tenerme en su programa.
¿Qué no se me suba? ¡Por supuesto que no! Soy agradecida de que me den la oportunidad de estar junto a grandes, de estar con gente que quiere cambiar la comedia en México, que quiere hacer una diferencia en la gente, sobre todo en nuestro país que lo único que le queda es reír tras tanta tragedia.
Me dio coraje el no haberlo intentado antes por un miedo, que no solo me inmoviliza a mí, sino también a un país que no se mueve por su baja autoestima.
Exactamente un mes después del primer día que me subí al escenario a hacer stand up, grabé para Comedy Central; me trabé en varias cosas, pero para mí, fue un éxito rotundo y al salir vi a mi maestro Gus Proal con los brazos abiertos para abrazarme, y lloré, por mí, por toda la gente que lo intenta, por mis rechazos, por mis miedos, por mi baja autoestima, por las risas, por mis sueños y porque ya no tengo que embarazarme…
Por lo menos este año.
“Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar.” Paulo Coelho
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NOTA: Gracias a mi siempre Mimosa Mónica Escobedo, que sin ti, no tendría ese gran inicio.
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