Me siento muy chispita; con eso de que escribo mi nueva rutina de stand up, a todo le quiero encontrar lo chistoso. A un pedo, un eructo, a cortarme las uñas, a hablar con la boca llena; todo lo desagradable se me hace lo más interesante para una rutina. Ya sé que no es chistoso, me di cuenta después. Pero en mi aferrado esfuerzo de ser la próxima Sofía Niño de Rivera o mejor aún, la Amy Schumer mexicana, ya no encuentro noción de lo que es cagado y lo que no.
Ayer que me fui a dormir, abracé a Finolli (mi gata), y al sentir su ronroneo, me puse a pensar: “¿Qué soñará mi gata? ¿En mí? (Obvio el ego tenía que salir. Son mis pensamientos, déjenme en paz), ¿soñará en su comida? ¿En lo que ve en la ventana? ¿En mi novio? ¿En qué carajos soñará?” Y luego pensé en la gente que dice que los sueños tienen un significado; que si sueñas que se te cae un diente, vas a morir, que si sueñas en un tenedor, te vas a casar, que si con una colcha, te van a violar…
Pensé en toda la gente tonta que cree en esas cosas y ¡Pum! Ahí hay rutina de stand up. O sea que sí mi gata sueña conmigo… ¿va a casarse? (Hasta ahí tengo mi chiste).
Me reí medio dormida de lo brillante que era y en lo tonta que era la gente creyente; un sueño no te va a decir tu futuro, la primera estrella de la noche no te va a cumplir un deseo, un Dios no te va a solucionar los problemas. El mundo es una mierda, pero tampoco creamos en cuentos de hadas para hacernos la vida más light.
Y mientras me regodeaba de mi inteligencia, me dormí.
Al despertar, me embargó una gran melancolía. Había soñado con mi sobrino Patricio, (tengo casi cuatro meses sin verlo porque su mamá es una descerebrada, ¡Uff! ¡Qué bien se sintió decir eso!), su carita repleta de lágrimas me carcomía el cerebro. Lo veía de lejos, arriba de un coche, pedía por su padre y yo solo podía estar inmóvil, sin poderme acercar, sin poder cruzar la calle que me separaba de él. Sin poder estar en su vida. Fue tan real, que todo el día ha sido tristeza para mí. No recordaba cuánto me hacía falta y que, por razones injustas, no podré verlo crecer, ni darle consejos, ni ayudarlo en lo que necesite.
Así que ese sueño me impulsó a tomar una decisión; no voy a poder estar en su vida, pero él tiene que saber que es parte de la mía, que está en mi blog, que estuvo en mis sueños. Creé un mail con su nombre y le escribí mandándoselo a ese mail. Y eso haré hasta que me muera. A lo mejor nunca los lee, a lo mejor un día nos busca y le doy la contraseña, a lo mejor cae un meteorito ahorita, pero Patricio verá que fue amado, que lo extrañé. Ese sueño me dio la idea de que un día, Patricio de unos quince años, leerá todos esos mails. Más vale tarde que nunca. El saber y sentirse amado vale todo a la edad que sea.
También el sueño me dio la sensación de aferrarme a la idea de “hacerla” y con eso me refiero a escribir más, escribir mejor, darle a mi serie, a mi rutina de stand up y, aunque suene pretencioso, llegar a ser conocida, para que así un día, Patricio me vea en la tele y pregunte por qué esa loca tiene su apellido. Y así sabrá que existo. Y así me buscará.
El sueño me dio la idea de escribir este post, y al final ¿Qué sé yo? A lo mejor mi gata sueña con que soy Dios porque es lo único que conoce. A lo mejor sí significan algo los sueños, lo que nosotros queremos que signifiquen.
El ser humano es parte de algo muy grande y a la vez de nada, es importante individualmente y realmente no es relevante, pero somos y tenemos las mismas partículas que las estrellas, a lo mejor por eso, cuando sale la primera, pedimos un deseo y nos ponemos a soñar.
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