“Los celos son la cosa más enferma que puede haber.” Dijo nunca ninguna mujer.
Seamos honestas, a nosotras nos vale un pepino que nos digan locas, psicópatas, irracionales; si amamos a un hombre, se lo hacemos saber a cualquier bastarda que lo mire.
Cuando comienzas una relación, debes hacerlo sin nada del pasado que te amarre. Gracias a mis queridos ex novios, tengo traumas irreversibles. Quiero echarles la culpa porque no puede ser que yo naciera toda demente. No, definitivamente es culpa de ellos.
Jacinto volvió aparecer en mi vida; ese argentino que conocí en Las Vegas y del que me separé porque me dijo que venía una prima de visita y resultó ser la ex novia. Ese mero.
Me lo encontré en un antro dos semanas después. La ex novia cara de bruja sin chiste ya se había regresado a Argentina. Está bien, no debo hablar así porque ella no tiene la culpa, pero sí parece bruja, un poco.
Jacinto, en el antro, se me acercó y dijo: Pégame o grítame. Me lo merezco.
Yo lo quería matar. Quería dejarlo desfigurado al boludo.
Me pidió que platicáramos, que fuéramos a la barra por algo de tomar. Yo solo oí: barra por algo de tomar. Lo que hice después se le puede llamar… tener sexo desenfrenado en su casa.
Lo siento. Soy una mujer sin dignidad y sin principios, pero el sexo que tenemos es muy bueno y no me lo iba a perder por su culpa.
Fin de semana en la cama y algo nos quedó claro: queríamos estar juntos. El problema es que si un hombre te miente, no hay vuelta atrás.
Había pasado un año difícil, mi ex novio con el que vivía se había acostado con otra, y cuando al fin me recuperé y había encontrado un hombre que realmente me interesaba, resultó mentirme sin reparos. Mi autoestima estaba demasiado dañada y no sabía si tendría la fuerza de reconstruirla junto a él.
Jacinto comenzó a descubrir la intensidad de mis celos. Ese monstruo que brota dentro de mí. La inseguridad era parte de mí día a día.
Hablábamos mucho, teníamos demasiada comunicación. Me juraba que me amaba, que me mintió porque la ex novia ya había comprado su boleto de avión desde hace meses, que la pasó mal con ella, que le sirvió para darse cuenta que me quería…
Ahora somos novios. Primero me dio las llaves de su departamento, después me ofreció vivir juntos, pero siempre había algo que me recordaba que me había mentido y engañado.
No éramos nada cuando me mintió, pero para mí, éramos todo. Cada vez que me daban celos, le decía: Me rompiste el corazón, no sé cómo sentir confianza de nuevo.
“Yo me ganaré tu confianza”, me repetía.
No que estoy loca, no que soy una psicópata: me ganaré tu confianza.
Es difícil confiar, y más en un hombre. No resistía que le llegara un mensaje, no soportaba que volteara a ver a otra mujer; me ponía borracha e invariablemente había problemas; lo cortaba, le decía que no lo amaba.
Era un infierno viviente. Para él y para mí.
Yo no quería una relación así. No de nuevo. Él no tenía que pagar platos que tampoco había roto. Pensé: o lo dejo, o me quedo y lo supero.
Decidí escuchar a mi corazón, ese pedacito de carne lastimado de tanto madrazo de tantos hombres que me convirtieron desconfiada.
Era hora de hacerme grande y responsable de mis actos. Lo amaba y quería tener una relación madura. Si él la caga de nuevo, era su problema. No podía vivir con miedos.
En una de mis borracheras me enojé de nuevo por mis celos. No iba muy bien mi experimento de confiar, pero al despertarme, vi un par de mensajes de él.
“Te amo, y sé que vamos a salir de esta.”
Los celos son la cosa más enferma que puede haber, pero cuando se sienten, no queda de otra más que ser realista.
El punto es, trabajar, quererte, confiar, no en él, ¡en ti!, para que, cuando un hombre, con todos sus errores, te pida de corazón: perdón… sepas si estas dispuesta a perdonarlo.
Me amo más yo, no puedo seguir contigo, o te daré una segunda oportunidad. Nadie es perfecto.
UNA oportunidad. Tampoco eres Chabelo.
Yo digo que hagamos un grupo de ayuda para las mujeres celosas anónimas. No es como el de Laura León de mujeres engañadas, tampoco estamos tan de la chingada, pero si tú como yo, eres celosa, y necesitas una mano con el bastardo, llámame, estoy grandota, yo me lo madreo por las dos.
ACTUALIZACIÓN:
Ahora que han pasado los meses, sé que tomé la mejor decisión. Tengo una linda relación, y hace años que no me sentía tan feliz. ¿Un hombre cambia? No sé. ¿Una mujer celosa y escéptica? Definitivamente.
@marcelecuona
Que bien escribes, disfrute y quisiera leer mas de ti, saludos.