Sebastián tenía la edad suficiente, pelo en la cara y odiaba a la gente. Perseguía cualquier tipo de música, pero Nirvana era su grupo favorito, todo el tiempo lo escuchaba en su recámara mientras cobijaba sus instintos. Vivía aún con su madre y no tenía prisa por cambiarse. Siempre lo mismo, volaba con sus pinturas por las tardes; lluvia sobre el mar y un velero peleando con las aves.
Todos los días son iguales hasta que llegó uno distinto; tapó su cara con el pelo, sentía un ardor en la piel sin saber qué era; lo pudo identificar después, eran las ganas de no respirar, de morir sin mirar atrás. (más…)