¿No has tenido momentos en los que en verdad sientes que no existe persona más obsesiva que tú? Llegas a hacer cosas que dan pena ajena, ni a tus mejores amigas se las confiesas (tal vez en la peda) y pasado un tiempo hasta te arrepientes.
Este tipo de pensamientos ocupan tu mente hasta cuando duermes, y distraerte suena más imposible que un ayuno. Pues, mucho gusto, soy Luciana, absoluta obsesiva compulsiva en recuperación.
No es como que esté diagnosticada pero bueno a veces siento que poco me falta.
Para que se den una idea les voy a contar en qué tipo de nivel estoy, estoy en el nivel en el que he soñado con las cosas que pienso, dejo de escuchar lo que me platican por seguir mi rollo interno y hasta he dejado de hacer cosas que la verdad eran mucho más importantes que eso.
Hace no mucho, me entró una racha de celos con mi ex novio, no sé por qué, pero me daban ganas de checar su celular, su Facebook, no quería que saliera sin mí, en fin, estaba tan obsesionada con la idea de que se iba a agarrar a alguien más que hasta un día que se fue de pedo soñé que me ponía el cuerno, pero de esos sueños que neta los sientes reales y me desperté furiosa y mentando madres.
¡Qué oso, ni siquiera fue algo real! Pero así funciona la mente, cuando te clavas con algo puedes en verdad llegar a creer que así son las cosas.
Después de la primera pelea en una relación, me angustié tanto y me hice tantas chaquetas mentales que al final del día yo, aparte de estar exhausta ya daba por terminada la relación, y cuando llegó mi novio para hablar (yo esperando una especie de Apocalipsis) de lo más tranquilo me dijo que quería solucionar lo que había sucedido y que no era nada grave.
En otra ocasión por estar pensando en alguien que acababa de conocer y que habrá pensado de mí y si me volverá a llamar y que estará haciendo y sí bla,bla,bla, me llegaron a regañar horrible estando en un ensayo porque me estuve equivocando a cada rato de texto y no ‘estaba’ ni me estaba fijando en que estaba haciendo, en otras palabras ‘andaba en Marte’.
Llegué a salirme de un examen en la prepa porque no dejaba de pensar en el pleito de la noche anterior con mi novio, ir hasta su casa para solucionar el problema, pensando que en verdad era ahora o nunca y que no había nada más importante en ese momento.
Ahora con un poco más de experiencia, la sigo regando y soy un poco torpe a veces, pero creo que si he aprendido a llevármela más leve. Cuando ando con problemas emocionales me sale la loca obsesiva que llevo dentro claro. Pongámoslo como si fuera una versión femenina de Dr. Jekyll y Mr.Hyde, puedo ser estable, tranquila, domino mis emociones y reflexiono antes de hablar, pero ante situaciones extremas así como cortar o una crisis existencial me sale Luciana Hyde, destructora de celulares, arrasa con lo que encuentre a su paso, trollea ebria.
Aun así ya voy conociendo mis mañas y modos, sé cuando algo no me está haciendo bien y es producto de mi mente y bendita imaginación (arma de doble filo) y cuándo debo parar y por más trabajo que me cueste, ponerle ‘stop’.
Es parte de ser humano y de ser vieja también, dejarse llevar por las emociones a veces y pues si además eres intensa es muy fácil que haya tendencia a esto, pero con mi poca o mucha experiencia puedo decir que así sea el amor de tu vida, amiga, pensamiento o hasta tu misma mente, si te hace daño no vale la pena ¡y no hay mejor medicina que hacer algo productivo!
Así que, Mimosas cuando sientan al ´Hyde´ venir… hagan ejercicio, trabajen, lean, vean una peli, mediten o duerman porque seguramente será mucho mejor a que clavarse en la obsesión
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