El otro día estaba en una fiesta y se me acercó una chava preguntándome: ¿crees que soy bonita?
Le dije que si porque pensé que me estaba ligando, una tiene que tener abiertas sus opciones. Se sentó en el sillón y mirándome raro me dijo:
– El tipo con el que salgo me trata muy mal, todo el tiempo me dice que tengo ojos raros y que soy demasiado flaca. Ni siquiera me puedo meter a bañar con él sin que haga un comentario despectivo sobre mi cuerpo. ¿Cómo le haces tú para tener esas piernas?
Llevaba vestido y se me veían mis queridos trompos, así les llamo de cariño a mis queridas piernas. Desde pequeña habían sido mi trauma y durante secundaria me las manejé para nunca ponerme la falda del uniforme ni ponerme shorts para deportes.
Me le quede viendo a esta niña, no sabía que decirle. A mí me parecía perfectamente normal, no le vi nada extraño en los ojos ni mucho menos le vi el defecto en su flacura.
Lo único que se me ocurrió balbucear fue: yo te veo muy guapa.
Me sonrió.
– ¿Por qué crees que me dice esas cosas tan feas?
– Porque él se siente poca cosa y te quiere hacer sentir menos ¿entiendes? ¿Qué pasa cuando sabes que tu pareja es superior? Cuando amas de verdad admiras. Pero cuando no, lastimas.
Me hizo veinte mil preguntas que no supe responder. Me contaba como este hombre le pedía que lo fuera a ver, y ella sin pensarlo dos veces se iba en camión con tal de estar con él. Me contó cómo le exigía que le hiciera de comer y a darle masajes.
– Pero es que él es tan guapo que de verdad, no sé cómo se fijó en mí.
¿Era en serio lo que me acababa de decir? Era evidente que este hombre no la quería. Que solo la usaba para fecundar, ósea para cuchi planchar.
Y después, me contó lo peor…
– Una vez, cuando le hice sexo oral, se empezó a reír y me dijo: con los dientes no. Si no sabes hacerlo, mejor no lo hagas.
Esta mujer no solo se sentía fea, además se creía pendeja (perdón mi francés, pero solo me acuerdo y me enojo.)
No la culpo en lo absoluto, ¿Qué pasa cuando nuestro autoestima es tan bajo y nos encontramos a un cretino que nos hace sentir peor? Le creemos. Si yo me siento poca cosa, ¿cómo los demás no lo van a notar? Si mi pareja me hace críticas “constructivas”, supongo que son verdad.
Yo misma pasé por algo similar (véase post DE“PENDERJA” del mes de Julio) siempre me decía que tenía que estar maquillada porque mi cara al natural, no era algo muy bonito de apreciar. ¿Lo más sorprendente? Le creía.
Por eso cuando escuchó como un hombre le dice ese tipo de cosas a una mujer, me enfurezco. Simplemente pierdo el control.
– ¿Te digo una buena noticia y una mala? – le pregunté.
– ¡Si dime porfa!
– La mala es que ese hombre no te ama.
Me vio sorprendida por la honestidad.
– La buena, es que ya lo sabes, así que mándalo a la fregada.
– ¿Pero cómo? ¿Qué le digo para no lastimarlo cuando lo deje?
Yo estaba a punto de perder el juicio, ¡esta mujer no quería que el patán sufriera!
Aun así respiré, recordé como mi patán me hacía sufrir y cuando lo dejaba, regresaba el maldito con lágrimas de cocodrilo en los ojos pidiendo perdón. Me sentía culpable y lo acababa perdonando. “¡Pobrecito!” pensaba “nadie lo entiende, su familia es mala, su padre nunca fue tierno, su maestra de kínder lo maltrataba…”. Cualquier pretexto inventaba para cubrir sus tarugadas.
– No eres fea, y aunque lo fueras, si tanto le molesta ¿Qué hace contigo? Si tanto le asqueas ¿Por qué no se busca una de su nivel? Perdona que te lo diga, pero el problema no es él, eres tú.
Se quedó callada un momento y me contestó con la cosa más tonta que he oído.
– Es fácil para ti decirlo porque eres bonita.
– ¿Bonita? – Le contesté – es la cosa más absurda ¿sabes cómo luzco en las mañanas? Uso extensiones porque soy prácticamente pelona, me alació el pelo porque soy china, tengo carillas en los dientes, me he operado (no diré que), tengo maquillaje, relleno en el bra; todo es una ilusión óptica. No intento hacerme menos para que tú te sientas mejor… ¿mi consejo? No es que yo sea bonita y tú no, yo me saco partido, poco o mucho, y juego con las cosas que tengo a mi favor. No por él, no por ti. Por mí.
Sonrió maliciosamente. Creo que le dio gusto saber que era una especie de transformer. Mis amigas siempre me dicen que no diga lo que acabo de escribir, que sea un misterio, pero ¡por Dios! Mi Mr. Darcy es el que sufre toda la transformación, cuando llega el momento de dormir juntos, cuando me quito todo soy simplemente yo. Eso es lo que más ama: Marce al natural.
Y yo… pues día a día trato de quererme, y ya se, suena a contradicción, si me quiero tanto ¿por qué me he operado? ¿Por qué no me dejo de alaciar, porque no dejo mi pelo al natural?
Sencillo, sé que me queda mejor, se cómo me veo más guapetona…
Pongamos un ejemplo: Lo que más odio de mi es mi tendencia a engordar, pero no hago nada al respecto. Paso quejándome todo el tiempo que estoy gorda. Se me olvida cuando alguien más me dice que no lo estoy o cuando Mr. Darcy me dice que tengo el cuerpo más espectacular, pero es inútil, la magia se termina cuando estoy sola. Solo pienso: ¡Maldita sea! ¡Qué gorda!
La solución no me la va a dar Dios. Tengo que dejar la flojera y levantarme del sillón. El lunes empecé a correr en el parque frente a mi casa con todo el dolor de mi corazón.
¿Autoestima? La misma palabra lo dice; es tenerse estima a uno mismo, amarse.
Siempre oímos consejos como: si no te amas a ti mismo nadie lo hará, o ama, pero no seas tonto y nunca dejes de amarte.
Conclusión, ten una relación intensa, amorosa y pasional contigo. No hay más.
Todos tenemos defectos… pero ¿se acuerdan como hablé de mis piernas al principio? ¿Las que odiaba más que a nada en el mundo? Un día mi padre me dio un consejo:
– Lo que más odias de ti, es lo que traerá locos a los hombres… ya verás.
Sí, a los hombres con los que he estado les encantan, pero además, tengo la gran dicha de correr, caminar, gatear, nadar… hasta la fecha no me fallan.
¡Soy muy afortunada!
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