“…Y ese día que el príncipe te bese, te llevará a su palacio y serán felices para siempre…” ¡Pamplinas! (jajajaja pamplinas), ese es el final feliz de todas las mujeres, pero… ¡Oh! Lo que nadie nos enseña es que los hombres no piensan en ese final feliz; ellos tienen uno más perverso, oscuro y siniestro que es impronunciable.
Pero no se preocupen porque yo se los voy a contar.
Cuando una mujer tiene aproximadamente diez años, comienza su deseo sexual, pero, como somos unas princesas, nuestro deseo sexual es: “¡Awww! Miguelito se ha sentado al lado de mí. Es tan hermoso. Me volteó a ver, ojalá no se haya dado cuenta que lo estaba mirando detenidamente”.
Esa estupidez es el despertar de nuestra sexualidad femenina.
El despertar de los hombres (de mi generación o más grandes que no experimentaron YouPorn) tenían que ingeniárselas. En lo único que piensa un hombrecito de diez años, o sea “Miguelito”, es en la chaqueta. Y amigas, le dan rienda suelta como si de eso dependiera salvar a la humanidad del calentamiento global.
Mientras tú te sonrojabas porque “Miguelito” te vio de reojo mientras exponía sobre el triángulo equilátero, él, unas horas después, estaba en su baño con las revistas robadas del papá. La chaqueta, es el primer final feliz de los hombres. La mano, la mejor amiga que el hombre pudo conocer.
Y nosotras, ¡ay nosotras!, pensando que una Bestia (tipo La Bella y la Bestia) nos regalará una biblioteca de adultas. Estás en lo correcto con lo de la Bestia, con lo de la biblioteca, no tanto.
Mi novio me dijo que mi hermanito de catorce años seguro ya se chaquetea. Después de mi tremendo shock, porque mi hermanito es mi bebé y no es posible que haga esas cosas del diablo, se lo pregunté directamente: “Tuzo, ¿te chaqueteas?”. No dijo palabra, solo se puso rojo cual tomate y rio tímidamente. Yo creo que eso fue un no, y me vale lo que diga mi novio.
Los hombres, con el tiempo, comienzan a tener dinero. Así que dejan a su mejor amiga (la mano) y quieren finales felices, pues, digamos que con ayuda.
Yo tuve un novio que me dijo que él y sus amigos cuando estaban solteros, acostumbraban después de una noche de fiesta, ir a lugares que te dan masaje. Yo, inocente como soy, pensé ¡Qué mosho mi novio! Va a un spa. Ya cuando se me quitó lo pendeja, me enteré que toman alcohol en un jacuzzi, salen las jovencitas en hilera, cada uno escoge a la mujer que quiere y se meten a un cuarto a que les den masaje, encuerados y al final, otra vez en la vida de los hombres, la mendiga chaqueta, pero ahora patrocinada por la dama en cuestión.
Ese novio me super juró que andando conmigo jamás hizo algo así, pero cuál fue mi sorpresa cuando un día voy a comer con un ex galán y me dice: “Oye, ¿tu ex R no tiene novia?”, le dije que sí. Mi ex galán se rio y me contestó: Pues me lo topé saliendo de los masajes de final feliz.
Miles de preguntas azotaron en mi cabeza: ¿Mi ex novio hizo lo mismo mientras andaba conmigo? ¿Mi ex galán también va a los finales felices? ¿Tan mala soy dando chaquetas?
Esos finales felices no estaban en las películas de Disney, ¿Cuántos más Disney? ¡¿Cuántos más?!
Hablemos de las prostitutas. Y no me refiero a mis amigas, que también es otro tema, me refiero a las que ganan dinero por dales a nuestros hombres el máximo final feliz. Yo vivo por Nuevo León en la Condesa. En la noche, una fila de “mujeres” con pene se ponen a ofrecer sus servicios. La mayoría están más buenas que yo, pero ese no es el punto, el punto es: Si están ahí, es porque hay demanda. Decenas de coches se forman para preguntar tarifas, hombres que podrían ser mi novio, un amigo, un padre de familia. Hombres comunes y corrientes. Entonces ¿sabemos realmente lo que para nuestro hombre es un “final feliz”?
Miles de hombres (bueno no miles, me la mame), varios hombres me han dicho que su primera vez fue con una prostituta (mujer), a los trece años más o menos.
Lo que me hace preguntarme ¿Por qué a las mujeres no se nos permite la misma apertura sexual que a los hombres? No me refiero a que las jovencitas le pongan desde los catorce años, pero de perdida hablar de eso, y cuando se hable, no se verá el sexo como un tabú, sino como algo natural del ser humano, y así, las niñas no estarán pensando que un príncipe azul las salvara.
La diferencia del final feliz de los hombres es que es más honesto, el de nosotras, es pura chaqueta mental.
@marcelecuona
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